España frente a la antiEspaña: una cuestión de lealtad a la Patria

España no está dividida en dos mitades. Esa idea, tan repetida como falsa, ha sido utilizada durante décadas para justificar enfrentamientos, polarizaciones y equidistancias que no se sostienen. No hay dos Españas. Hay una sola España, una sola unidad de destino en lo universal. Y frente a ella, quienes actúan a diario como sus enemigos: la antiEspaña.

España es UNA.

España es una sola porque lo que la define no es una ideología concreta, sino un conjunto de valores compartidos: el amor a la patria, la defensa de la unidad, la libertad, la vida, la familia, la convivencia y el orden constitucional. Son principios que no dependen de etiquetas políticas ni de posicionamientos partidistas. Son el fundamento mismo de nuestro país.

La antiEspaña, en cambio, no es una visión alternativa de la patria. Es directamente su negación. Y hoy, esa negación está encarnada en Pedro Sánchez, heredero de los planes de Zapatero, y en el proyecto político que ha construido a su alrededor. Un proyecto que ha renunciado a cualquier límite moral, institucional o democrático con tal de mantenerse en el poder.

No se trata solo de una izquierda radicalizada. Lo que vemos es algo más grave: una voluntad sistemática de descomposición. Pactos con quienes quieren romper España. Cesiones a quienes desprecian sus símbolos. Ataques a los jueces, a la Corona, a la educación, a la Iglesia, a la historia compartida. Ruido, división, enfrentamiento… todo al servicio de un propósito: convertir el poder en un fin en sí mismo y destruir todo lo que se interponga.

Pedro Sánchez ya no tiene reparos en traspasar las líneas que, hasta hace poco, cualquier líder democrático respetaba. Pacta con partidos que ni siquiera se consideran de izquierdas, siempre que estén dispuestos a atacar los pilares de la nación. Promueve leyes que generan más desigualdad entre territorios. Rompe consensos fundamentales, desprecia las instituciones y convierte en enemigos del Estado a quienes simplemente defienden a España.

En esta España real, muchos ciudadanos –independientemente de sus ideas políticas– sienten que lo que está en juego es algo mucho más profundo que una legislatura. Lo que está en juego es si seguimos siendo una nación libre, unida y orgullosa de sí misma, o si dejamos que quienes la desprecian sigan desmantelándola desde dentro.

Porque amar a España hoy significa defenderla. Y defenderla implica, también, denunciar sin complejos a quienes la atacan, incluso cuando ocupan la Moncloa.

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