2025, año de esperanza -y de paciencia- judicial
No, no es cierto que “nunca pasa nada”. Es perfectamente comprensible que nosotros, como seres humanos que somos y por ende, limitados, podamos colmarnos de impaciencia y desconcierto. Y en los casos judiciales, la desazón puede llegar a invadirnos hasta hacernos perder toda esperanza en que se haga justicia.
Pero es que la Justicia, como ya hemos dicho en más de una ocasión, tiene sus propios tiempos. Que no son los mismos que los nuestros. El refranero español nos ayuda a entender que cuanto mayor importancia tiene un asunto, más larga nos puede resultar la espera: “las cosas de palacio van despacio”.
Para este tipo de eventualidades, a veces, conviene echar la vista atrás. Pensemos en cómo estábamos hace un año. La calle Ferraz se inundó de españoles que, hartos de ver cómo el Partido Socialista quebraba la patria sin miramientos, dijeron firmemente “BASTA”. Algunos pueden tener la tentación de pensar que aquello no sirvió para nada.
Sin embargo, la realidad es que hoy, José Luis Ábalos, el que fuera la mano derecha del presidente del Gobierno, no puede salir del país. Lo cierto es que el Fiscal General del Estado, Álvaro García Ortiz, está imputado por un presunto delito de revelación de secretos. Y el Caso Hermano. Y el Caso Begoña. E Hidrocarburos.
El Caso PSOE tiene numerosos tentáculos. Nosotros, con nuestro trabajo firme y recio, pero también respetando los tiempos de la Justicia, no vamos a parar hasta conquistar el tan ansiado bien común: que los traidores a España no se vayan de rositas -y nunca mejor dicho- después de haber querido aprovecharse de la buena fe de los españoles.
La paciencia todo lo alcanza, decía Teresa de Ávila. Y qué razón tenía la Santa. No es fácil, por supuesto, pero tampoco es excusa para tirar la toalla. España merece la pena SIEMPRE y hasta el final. Nosotros, como parte de la sociedad civil, tenemos claro que nuestra misión no tiene sentido sin hacer honor a nuestro nombre: alzaremos la voz por todos los españoles.
Poema de Santa Teresa.
Y qué mejor manera de concluir que aludiendo, de nuevo, a nuestro rico refranero: “vísteme despacio, que tengo prisa”. El esfuerzo merecerá la pena. Porque España, siempre lo merece.